En el año 1941, Benito Burgos Gómez se instalaba como artesano tonelero en la ciudad de Nava del Rey en Valladolid; eran los difíciles tiempos de la postguerra civil española y se reparaba más que lo que se fabricaba de nuevo. Se conservaban los enormes envases y se restauraban no como si fueran auténticas reliquias, sino por orgullo profesional y como reconocimiento a la antiquísima tradición y sabiduría artesanal.
También eran pocas las herramientas de las que se disponían y la mayoría de estas eran fruto de la imaginación del artesano que se las fabricaba él mismo o adaptaba otras para facilitarse en lo posible el trabajo más duro que tenía que realizar. En la actualidad, aunque el mercado y la competencia nos exige disponer de maquinaria que nos libera de las más trabajosas, seguimos conservando nuestra esencia de artesanos toneleros y tanto la selección de la materia prima, principalmente de roble americano, importado directamente por nosotros mismos desde su origen en Missouri, Indiana, Kentucky, …, Estados Unidos, y en menor cantidad; roble Limoussin, Allier, Vosges, …, traído de Francia, como el resto de materiales necesarios para la fabricación de nuestros envases, seguimos haciéndolo de forma artesanal.
Seleccionamos manualmente duela por duela desechando aquellas que tengan pequeños nudos o defectos o no estén correctamente serrado del tronco del árbol para hacer las duelas que componen posteriormente la barrica, se aplica en el roble americano porque su madera es más dura y porosa, también menos porosa. Sin embargo, el roble francés es de madera más porosa y en consecuencia más blanda y por las características de esta variedad de roble, no se puede serrar, hay que hendirlo, es decir, rasgarlo en sentido longitudinal siguiendo la dirección de las fibras del árbol para que se pueda garantizar la estanqueidad de los envases.
El secado de la madera se realiza en nuestros almacenes al aire libre, lentamente expuesta a la lluvia, al sol y al viento regamos la madera con agua de manantial propio, es agua pura, inodora, incolora e insípida, exenta de cloro y de cualquier otro aditivo químico, manteniendo la madera en estas condiciones hasta conseguir el secado y la humedad adecuados.